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¡Camarero! Otra ronda, que no se respire miseria.
Una canción
Quitarme el pijama y vestirme con mi mono ancho y viejo, lleno de bolitas, de un tejido que no sé definir. Sin ropa interior. Ponerle el collar al perro que paseo, calzarme las cholas, bajar a la arena, aislarme del mundo con los auriculares, pulsar el play, celebrar que tengo una entrada para ver a Rudd en concierto después de años siguiendo el sol junto a su música.
El color azul cobalto del cielo, la silueta negra de las palmeras a contraluz. El volumen, más alto. Mirar las olas con atención e intención, que su cadencia esté perfectamente sincronizada con la guitarra. Echar de menos a los que no están. El nudo en la garganta. La soledad, el miedo a crecer, a expandirme, en todos los aspectos. Pararme a acariciar al perro, que se reboce, que me recuerde que el juego quita peso y libera. Mirar las estrellas, que brillan fuerte. Abrir los hombros, levantar la barbilla, imaginar que un hilo transparente conecta mi coronilla con el cielo. Erguir mi postura. Andar a ritmo de la canción. Sentir que, aún con miedo, soy imparable.
Un concepto
Amor sólido
Diferente al amor a secas, tan maleable y prostituido.
Amor sólido. Sin fisuras. Sin titubeos. Sin manipulación. Firme, convencido, construido. El que te hace sentir segura, protegida y sostenida. El que no hiere ni te hace dudar. Con el que puedes contar. Sobre el que puedes descansar, con el que puedes conectar. El más difícil de encontrar. El que yo he encontrado a través de la amistad.
A mi gente. Gracias por hacerme sentir un concepto que no podía siquiera imaginar. Os quiero con todo mi corazón.
Un gesto
En vez de bajar la mirada al móvil, buscar el contacto visual con las personas que te cruces en la calle. Saludar con un simple hola si te envalentonas. Acompañarlo con media sonrisa si te vienes muy arriba. El efecto es impresionante, porque cuando miras te sientes vista. Una forma de conectar, que no cuesta nada y que aporta sentido a la carrera de la rata.
Una historia
En mi zona hay un bar cuyo dueño ha influido considerablemente en mi amor por la isla desde que llegué. ¡Buenos días mi niña!, me dice cada mañana. Le respondo gritando y moviendo la mano. ¡Buenos días Luís!
Madrileño que jamás pierde la amabilidad y el buen humor. Me gusta escuchar el sonido de su persiana a primera hora mientras medito en la jardinera. Se ha convertido en un anclaje que anuncia principio.
Tras una crisis personal en la que perdió parte de su vida sintió que quería un cambio de aires. En Páginas Amarillas vio un anuncio de trabajo como camarero para Tenerife. Llamó y no lo seleccionaron. Se fue al aeropuerto y pidió un billete de avión para el primer vuelo que saliera a Canarias. Lleva más de treinta años en Lanzarote.
Una mentira
El amor lo puede todo.
Una verdad
Esto se acaba.
¡Salud!
Ana.
Chupito #15
Soy de las que creían eso de "el amor lo puede todo" , ya he comprobado (y sigo) que ¡y una mierda! El único amor que lo puede todo es le propio, el ajeno ya si eso lo vamos viendo.
Que gran chupito, cada vez me gustan más estas rondas y es que está claro, aquí hemos venido a emborracharnos.
¡Camarero! Otra ronda, a esta invito yo 😉
Un abrazo fuerte gente bonita 🫶🏻
El amor lo puede todo, esa frase siempre (o al menos personalmente) la relacionamos con otra persona externa. Pero porqué nunca la decimos refiriéndonos a nosotros mismos?
Hoy literalmente cansada, agotada emocionalmente, viendo que esa persona en la que he confiado, la que me dijo que nunca me causaría ningún tipo de dolor, que nunca me mentiría, ni me fallaría, donde iba a estar a salvo y protegida, ves que te vuelve a fallar y te das cuenta que porqué esperamos algo que no somos capaces de darnos a nosotros mismos.
Que estamos educados a dar, dar y esperar que hagan lo mismo por nosotros. Pero que pasa cuando te fallan una y otra vez.
Porque nuestra maldita educación no nos deja que ese peso recaiga sobre nosotros mismos, que somos los que mejor nos conocemos, con los que vamos a vivir hasta nuestro último suspiro y al que peor tratamos.
Y soy la primera que no lo hago, aunque creo que hoy si de si, he tocado fondo y voy a poner en práctica mi promesa de año nuevo.
Dejar de maltratarme como jamás lo haría a un amigo, incluso a un extraño. Ojalá en otro chupito, pueda decir al menos ya me respeto, o incluso me quiero y no me voy a volver a hacer daño.
Algo tan sencillo de no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
Pero a la inversa, voy a quererme, como me gustaría que me quisieran.
Y si alguien a lo largo de mi vida sigue esta filosofía, que suba a mi tren y sinó que me deje pasar y coja el siguiente tren.
Un besito para todos.