

Discover more from Chapita de V.I.D.A.
Hace un año hubiera considerado más probable llevar un vestido morado que estar escribiendo este Chupito de recomendaciones de cocina, pero así es el ser humano. Amplio, cambiante, capaz de lo que le cuesta imaginar, lleno de recursos y posibilidades.
Antes de ponerme manos a la masa, vuelvo a recordar que la mayoría de mis recomendaciones no son colaboraciones ni me pagan por hacerlas. Cuando lo son, lo especifico. Si no menciono nada, es que no hay remuneración, intercambio o regalo alguno.
¡Camarero! Otra ronda, por favor. Y traiga una tapita.
Un gadget
Una Air Fryer
Incontables han sido las veces que he escuchado que necesitaba una freidora de aire desde que compré la casa. Igual de incontables las veces que pensé que no la iba a gastarme dinero en ella porque no me gustan los fritos. Cuando digo que soy ignorante lo digo desde el empirismo.
La compré a las dos semanas de entrar en el nido, cuando vi que mi objetivo de cocinar empezaba a verse truncado por la falta conocimiento, práctica y tiempo.
Elegí la marca Xiaomi porque tiene precio razonable y, sobre todo, porque es blanca y quería que combinara con la casa. Sé que lo cool es romper con alguna nota de color y no sé la de veces que expertos y no expertos en decoración me tachan de aburrida, pero me importa una mierda.
Cuando la ubiqué en la encimera, al lado de mis innegociables Smeg color crema, fue como recibir un puñetazo en el estómago. El blanco neutral rompía la armonía que tanto me ha costado lograr, así que la metí en la caja dispuesta a devolverla. Prioridades claras: prefiero cocinar y fregar sartenes que perder la paz visual que me produce un ambiente monocromático. No obstante, una amiga con más luces que yo, al conocer mi decisión, me sugirió que la tuviera guardada en un armario como las ollas o sartenes. Reafirmo mi falta de perspectiva a veces. Dentro del armario me gusta. Me la quedé, compré un libro de recetas y empecé a jugar con el aparato.
Dos meses después mataría por ella y estoy en proceso de campaña propagandística en mi entorno porque no concibo que la gente que quiero viva sin ella. También me comunico con el dialecto propio de los de la secta Air Fryer. Me encantan las sectas porque siento que pertenezco.
Lubina — 180 grados –11 minutos.
Así nos entendemos.
Limpia, fácil, cocina de todo y el resultado de lo que he probado es brutal.
Un innegociable
Espumador de leche
No lo necesito para vivir, pero lo elijo por encima de muchas cosas.
Para las amantes del café con leche y canela como yo, tener una máquina que calienta la leche —hacerlo en el microondas jamás será igual— y la convierte en espuma densa de cafetería pija italiana es importante. Te cambia el inicio del día y, en mi caso, llega a influir en mi autoconcepto: cuanto más me cuido, más me quiero. Lo pongo al nivel de la rutina de belleza dado que me produce la misma sensación de estar haciéndome el amor.
El primero que compré, allá por 2017, era de la marca Nespresso y estaba muy contenta con él. Al irme a Bali lo vendí junto al resto de mis cosas y esta Navidad me han regalado el de Smeg en color crema. El rey de los espumadores y uno de los más caros también. Calidad, fuciones y acabados muy superiores al resto de opciones del mercado. Cuenta con seis programas diferentes: chocolate caliente, calienta leche sin hacer espuma, espuma media caliente, espuma media fría, espumón caliente y espumón frío. Incluso con leches vegetales. A nivel decorativo y desde mi mapa, no tiene competidor. Por su alto precio solo lo recomendaría a personas cuya prioridad sea la estética y que consideren la buena espuma en el café como una inversión de V.I.D.A.
Para el resto, en el mercado hay infinitas opciones y precios para todos los gustos. Incluso unas varillas muy económicas que las metes en la taza ya caliente y logran espuma decente. Espuma y felicidad para todas.
Una cuenta de Instagram
Empecé a seguir a Roberto cuando no me interesaba la cocina, porque es compañero de editorial en Espasa, coincidimos dando una charla en Formentera y tanto él como su mujer me parecen encantadores. No esperaba que me salvara uno de los meses más jodidos de ansiedad en la reforma.
Me refugié en sus reels por simple entretenimiento. Porque me gusta la forma en la que prueba su propia comida, hace un gesto que me provoca gula y luego dice: esto está muy brutal. Mi primera carpeta de guardados en Instagram fue para sus vídeos.
Un día me decidí a probar porque de tanto verlo empezó a parecerme fácil. Y porque le pone queso a casi todo y en otra vida fui rata. No de las que miran la cuenta del grupo para identificar quién ha pedido cubata y quién ha tomado solo café. Eso es ruin.
Gracias a Roberto logré gestionar mi frustración mientras un grupo de ineptos dinamitaba mis tiempos e ilusiones con la casa. Como sentarme a meditar era imposible dado mi estado nervioso, aproveché que un amigo me acogió en su casa con cocina para aprender a hacer risotto, fajipizzas rápidas, cremas para chuparme los dedos, pollo al curry, ensaladas diferentes y, lo más importante: huevos pochados perfectos.
Esto último le otorga mi insignia de reconocimiento y fidelidad de por vida.
Una ayuda al planeta
Tapas extensibles reutilizables — Lékué
Odio con todas mis fuerzas el film transparente de cocina. Decir que el motivo principal es que contamina me daría puntos en conciencia social, pero la realidad es que no soporto la lucha que requiere poder cortar un trozo. O soy yo, que tengo una gracia especial para liarlo y no poder desenrollarlo nunca más.
La solución al problema llegó hace poco gracias a una marca española que me fascina y que me ayuda a cocinar al vapor de forma fácil y limpia desde que tengo uso de razón: Lékué.
Si no conocéis su estuche de vapor, deberíais echarle un vistazo. De no ser por él, en mi etapa de Londres solo me hubiera alimentado de fish & chips.
Como sustituto al papel film ofrecen tapas de silicona extensibles y reutilizables que me parece cómodas y prácticas. Empecé comprando la pequeña para proteger la lata de comida húmeda del perro que paseo y ya he incorporado otras dos más grandes. Puedes tapar platos, vasos, ensaladeras, jarras, incluso frutas como la sandía o el típico medio limón que llora en un rincón de la nevera.
Una alternativa ecológica y sostenible que me permite creerme mejor persona y bajar mi cortisol al erradicar mis ataques de furia contra el film transparente.
Un outfit
Delantal en algodón Sarga — Zara Home
Amancio, págame, joder.
Desde mi mapa, no es lo mismo estar en casa con ropa bonita que con una camiseta de propaganda que no me gusta o que creo que me queda mal.
No es lo mismo dormir con un camisón de seda que me provoque ganas de sobarme a mí misma que con un pijama lleno de bolas con un Piolín falso en el pecho.
Como tampoco es lo mismo cocinar con una sudadera que no me importa manchar de crema de calabacín a un delantal de algodón Sarga beige.
Además, sigue de rebajas.
Incorporar un hábito que no tengo –por ahora— requiere trabajar paralelamente en una identidad que no me representa —por ahora—. No me voy a extender aquí porque es algo que desarrollo en mis cursos, pero cualquier cambio que busquemos se trabaja de forma bidireccional. Desde la identidad hasta el entorno y desde el entorno hasta la identidad.
La cosa trata de ponerte un delantal que te gusta para creerte cocinera mientras trabajas la conducta, incorporas el aprendizaje que te lleva a la capacidad, cambias la creencia que te dice que no sabes o no puedes hacerlo y te enfocas en el valor que tocas al llevarlo a cabo.
Aquí no hay puntada sin hilo, señoras.
Delantal parece.
Cambio de identidad es.
¡Salud!
Chupito de V.I.D.A. #10
Nosotros tenemos la thermomix, para una casa de cinco mínimo viene genial, puedes tener el horno, los cuatro fuegos y la thermomix cocinando a toda pastilla y preparar comida para dos días (jajajjajaja, me parto de la risa con los batch cooking esos cuando somos familia numerosa, en dos días se ha acabado todo lo que has estado haciendo un domingo entero).
El caso es que un amigo dijo que eso de la thermomix es el aparato de cocina para ingenieros, sigues las instrucciones al detalle y te sale una comida de puta madre, es así. Por tu última frase del air fryer, me da que este aparato también es para ingenieros ¿no?, jajajja, así que ya le tengo amor, aunque no espacio en casa. Lo anoto en mis deseados para cuando tengamos una cocina digna de una familia numerosa.
Café no tomo, mi marido sí y le gusta disfrutar del café, llevamos ya no-sé-cuántas-cafeteras compradas porque no consigue encontrar la perfecta. Me anoto lo de la espumadera (la baratita) para un regalo, que seguro que le gusta. Gracias por la idea!!!!!
A chef bosquet le estuve siguiendo una temporada, creo que fuiste tú quien ya le había recomendado, y ya he hecho alguna cosa suya, sale muy rico la verdad. Lo que pasa es que con trastorno de alimentación una de las primeras cosas que me dijeron es que no siga cuentas de comida, y de todas formas en instagram tengo la teoría de seguir a poca gente, que luego me agobio, así que en alguna de esas ruedas de ligereza que he hecho, se ha venido abajo su cuenta. Ups.
Delantal, vivimos cinco en una casa de dos habitaciones, sin balcón, ni terraza, ni nada. Cada mes de julio vacío mi casa de hijos y marido y luego me tiro doce horas de limpieza a fondo, saco todo lo que está en todos los cajones y armarios de la casa, saco todos los muebles que puedo de las habitaciones, limpio y luego coloco. Cada año tiro/dono 15 bolsas de cosas. Cuando mis hijos y mi marido vuelven a casa, siempre van mirando a ver qué he tirado/donado este año, hay cosas que se dan cuenta al cabo de los meses, incluso años. Han encontrado un nombre para el lugar al que se van las cosas que desaparecen: "el resto de cosas", cuando algo desaparece dicen "mamá lo ha llevado con el resto de cosas", algo así como el cielo de las cosas. El valor que intento conseguir con esto es el de orden, pero soy yo contra ellos cuatro, al cabo de dos meses la casa vuelve a estar hasta los topes jajajajajajaja. En fin.
Espero que te encuentres mejor Ana!!!!!
Tienes arte hasta para hablar de cachibaches de cocina, lugar en el que me gusta estar sentada con un café, pero nada más. Mi fuerte no es la cocina -por ahora- pero leyéndote me han entrado ganas de comprarme un delantal y perderme entre alimentos.
Gracias por contar cualquier cosa con tanta pasión que contagias las ganas.
Gracias por tu pasión.
Ole tu pómulo moreno de Glow.
¡¡Chupitooooooo!!