

Discover more from Chapita de V.I.D.A.
El miércoles tuve mi sesión semanal de coaching con Nuria Muerte. Volví a pedirle acompañamiento hace unas semanas, cuando vi que no podía gestionar sola todo lo que estaba pasando con la reforma y que la ansiedad se apoderaba de mí.
En esta última sesión empecé diciendo convencida que todo estaba bien porque de verdad lo creía. Ella sonrió y movió la cabeza lentamente en señal de aprobación, fingiendo que estaba de acuerdo conmigo. Qué guapa es y qué piel tiene la muy zorra. En breve vendría el guantazo.
— ¿Por qué no quieres que acaben tu casa?
— ¿Estás loca? Sí quiero.
— Si quisieras, ya habría sucedido. Para mí, la conciencia es el tiempo que pasa entre que quieres una cosa y se materializa.
— De verdad que quiero. Estoy muy cansada de esta situación.
— Eso es lo que te cuentas. ¿Por qué y para qué estás frenando tu casa?
Años atrás me hubiera enfurecido con esta atrevida insinuación, sin embargo, visto lo visto en terapia, me ahorro el disgusto porque la evidencia me demuestra que, como dice una persona a la que admiro:
«Lo que no vemos es lo que somos».
Como tengo claro que le pago para que me desmonte, me abrí a indagar y Muerte empezó a tirar de la palabra más sutil, el mínimo gesto o el suspiro más imperceptible. Una hora después teníamos fiesta.
«No creo que pueda pasar de verdad. No creo que esa casa pueda ser para mí. Tan bonita, tan como yo quiero. Creo que en cuanto entre en ella va a suceder algo malo, que las cosas no pueden ir tan bien. Todo lo que me rodea ahora es demasiado bueno y me abruma. Estoy acostumbrada a pelearlo todo, a hacer sin descanso. Me muevo estupendamente en el drama y creo que eso me define. Tengo miedo a no saber quién soy, a caer en el vacío si estoy rodeada de amor, calma y belleza. También me acojona tenerlo y perderlo. Estoy muy agradecida por todo lo que me ha pasado, por haber podido salir del comercio y hacer lo que amo, y creo que es suficiente. Todo lo que me está regalando Lanzarote es demasiado. Con esa casa siento que lo tendría todo. Es demasiado».
No es casualidad que mi acrónimo de V.I.D.A., en un principio, significara «valores, ilusión, dar y alegría». ¿Creéis que falta algo?
Recibir.
Esta movida no es nueva, solo que va cambiando de forma. También sé que es bastante habitual entre nosotras y me gusta recordarlo. Me hace sentir menos sola.
Me costó cinco años abrirme a recibir dinero en el mundo del maquillaje y empecé cobrando veinte euros por servicio. Quería regalar las sesiones. Me costó otros tantos recibir cantidades —que para mí eran enormes— derivadas de mi trabajo en la comunidad online que estaba construyendo. Tardé dos años más en sentirme digna de facturar en el campo del desarrollo personal y, ahora, que después de mucho pico y pala me siento cómoda con cualquier cifra que la V.I.D.A. me quiera regalar, parece que no acepto recibir en forma de casa o de belleza. También me pasa en el amor. Dar y cuidar. ¿Dejar que me den y que me cuiden? Otra historia.
El año pasado, antes de atreverme a cobrar cuarenta y siete euros por mi primer taller de Al Loro, Nuria me hizo redactar una lista con todo lo que aportaba a través de la pantalla a mi comunidad. No me opuse porque creí que acabaría rápido y sería fácil, pero estuve más de una hora encontrando formas de darme que jamás habría nombrado de no ser porque me pidió que lo hiciera con calma y conciencia.
Empecé por las típicas: tiempo, ganas, esfuerzo, conocimiento… Salieron de carrerilla porque las hemos escuchado como mantras en nuestra sociedad y me dejaron bastante templada. Cuando acabé con estas, conecté con otras menos aclamadas y que me movieron entera.
Alegría. Vulnerabilidad. Pasión. Honestidad. Humor. Amor. Frescura. Verdad. Posibilidades. Ideas. Escucha. Comunidad.
Conecté con lo que a mí me aporta recibir esto de otras personas y el valor que le doy, y, desde ahí, sentí por primera vez que era natural recibirlo. No digo lógico ni justo, porque son adjetivos con creencias implícitas. Natural me parece más acertado. Así como la marea sube y baja, como inhalamos y exhalamos, como el sol nace y se pone, nosotros damos y recibimos.
Ser consciente de lo que aportas te acerca a creer que lo mereces.
Esta simple lista se hace con pareja, hijos, padres, trabajos y cualquier otro ámbito en el que os cueste recibir. Si sois expertas en dar, pero os cuesta recibir, os recomiendo que la hagáis con tiempo y ganas.
A mí me sirvió para poner en valor mi parte profesional y abrirme sin culpa a acoger todo lo que venga de ella. Es irónico. Ahora mismo podría recibir un millón de euros sin despeinarme si fuera derivado de mi trabajo, no obstante, parece que me cuesta aceptar esta casa y sus vistas al mar.
Pero estoy en ello.
Y estoy a punto.
Nuria me ha mandado nuevos deberes. Ahora tengo que reflexionar y escribir cómo me he dado a lo largo de mi vida en mi parte personal para que la ley del equilibrio me esté premiando de esta forma. Para poder abrirme a recibirlo.
No dudo que voy a conseguirlo.
No dudo que vamos a conseguirlo.
Principio.
Ana.
Dar y recibir
Precioso 😇
Es un deber para las que no sabemos recibir, el tomar consciencia de lo que damos, para no sentirnos culpables a la hora de recibir 😇
Pd: me encanta la frase de despedida